
Así es como se me quedó el cuerpo ayer. Los Montys no dejan indiferente, ni en lo bueno ni en lo malo. Pero déjenme sincerarme por una vez: aunque lo busco insistentemente, no tengo manera humana de encontrar lo malo por ninguna parte. Ayer nada importaba que fuera el día más frío del año, que la lluvia no parase de caer insistentemente en Montilivi, que el absentismo sea una de las “virtudes” más características de este equipo, que las bajas por lesión se repitan con demasiada frecuencia, que el contrario acabe la media parte con un 5-0 a favor...
A los Montys todo esto les da igual. La Bombonera, desierta en un día gélido, acogió discreta una de las gestas deportivas más épicas de la historia reciente del fútbol.
Este equipo es capaz de todo. Ni el Messi de las grandes ocasiones puede eclipsar al humilde espectador de la manera que los hacen los Montys. Durante la primera mitad sólo existió un equipo sobre el campo. Ellos lo tenían tan claro que se fueron a hacer unas tapas mientras el Furican se inflaba a marcar goles, entrando a placer en su área. No les hacía falta pedir permiso, los Montys impertérritos, les dieron un pase VIP. Parecía una derrota fulminante, un socavón infranqueable, una toalla arrojada al campo, un partido que no deberían haber empezado. Pero todo era un espejismo, un fenómeno visto ya otras veces en Montilivi, pero que únicamente aparece cuando los Montys estan sobre la hierba.
Y cuando el árbitro pitó el final de la primera parte, Furican decidieron empezar la segunda mitad sin apenas hacer descanso, con las ganas de aplastar al contrario definitivamente. Quizá hoy decidan cambiar el nombre del equipo y llamarse Ingenuidad. A los 5 minutos de la segunda parte los de rojo empezaron a mostrar su verdadera piel: la de color verde marciano. Se habían acabado los pinchos de tortilla y ahora no tenían nada más interesante que hacer que jugar al verdadero fútbol.
Un Josep Pi infranqueable en la defensa y en el centro del campo, dejándose literalmente la piel en la hierba; un Santi Pérez que acosaba insistentemente por los laterales (por los dos); un Salip que correteaba como un galgo ahogando a los defensores, buscando la oportunidad de la volea alta; un Palol destructor que regateaba como nunca se lo había visto hasta la frontal del área, decisivo en el embite contra la portería; un Lluís polivalente que como nunca bajaba a defender; un Xavi caracolero como en el mejor de los días y con el punto de mira especialmente bien afinado; un Ramón estratosférico en defensa y decisivo en el ataque de los últimos momentos del partido; y un Joan imbatible en la portería pese a su difícil estado de salud, dieron la vuelta al contrario y al partido como si fueran un calcetín. Hasta el árbitro despertó, incrédulo, de su pesado letargo hivernal acaecido durante la primera mitad, pensando que se había equivocado de partido.
Aunque lo fácil sea decir que “en el fútbol todo es posible” o “el fútbol es asin”, para los Montys solo cabe afirmar que el futbol es ese juego extraterrestre que nadie más en este planeta es capaz de hacer. Si no vieron este partido, siento mucho decirles que no les queda otra opción: laméntense todo el tiempo que su corazón les permita por no haber estado allí.
A los Montys todo esto les da igual. La Bombonera, desierta en un día gélido, acogió discreta una de las gestas deportivas más épicas de la historia reciente del fútbol.
Este equipo es capaz de todo. Ni el Messi de las grandes ocasiones puede eclipsar al humilde espectador de la manera que los hacen los Montys. Durante la primera mitad sólo existió un equipo sobre el campo. Ellos lo tenían tan claro que se fueron a hacer unas tapas mientras el Furican se inflaba a marcar goles, entrando a placer en su área. No les hacía falta pedir permiso, los Montys impertérritos, les dieron un pase VIP. Parecía una derrota fulminante, un socavón infranqueable, una toalla arrojada al campo, un partido que no deberían haber empezado. Pero todo era un espejismo, un fenómeno visto ya otras veces en Montilivi, pero que únicamente aparece cuando los Montys estan sobre la hierba.
Y cuando el árbitro pitó el final de la primera parte, Furican decidieron empezar la segunda mitad sin apenas hacer descanso, con las ganas de aplastar al contrario definitivamente. Quizá hoy decidan cambiar el nombre del equipo y llamarse Ingenuidad. A los 5 minutos de la segunda parte los de rojo empezaron a mostrar su verdadera piel: la de color verde marciano. Se habían acabado los pinchos de tortilla y ahora no tenían nada más interesante que hacer que jugar al verdadero fútbol.
Un Josep Pi infranqueable en la defensa y en el centro del campo, dejándose literalmente la piel en la hierba; un Santi Pérez que acosaba insistentemente por los laterales (por los dos); un Salip que correteaba como un galgo ahogando a los defensores, buscando la oportunidad de la volea alta; un Palol destructor que regateaba como nunca se lo había visto hasta la frontal del área, decisivo en el embite contra la portería; un Lluís polivalente que como nunca bajaba a defender; un Xavi caracolero como en el mejor de los días y con el punto de mira especialmente bien afinado; un Ramón estratosférico en defensa y decisivo en el ataque de los últimos momentos del partido; y un Joan imbatible en la portería pese a su difícil estado de salud, dieron la vuelta al contrario y al partido como si fueran un calcetín. Hasta el árbitro despertó, incrédulo, de su pesado letargo hivernal acaecido durante la primera mitad, pensando que se había equivocado de partido.
Aunque lo fácil sea decir que “en el fútbol todo es posible” o “el fútbol es asin”, para los Montys solo cabe afirmar que el futbol es ese juego extraterrestre que nadie más en este planeta es capaz de hacer. Si no vieron este partido, siento mucho decirles que no les queda otra opción: laméntense todo el tiempo que su corazón les permita por no haber estado allí.
3 comentaris:
Es nota el toc del mestre, d'un dels grans, poca gent sap copsar un partit així.
Visca els montys!!!
Sóc el millor, i per a celebrar-ho me n'he anat a buscar kilos i kilos de bolets i monto una gran festa aquesta nit a casa meva. Esteu tots convidats. El menú el poso jo i serà: Llagosta, cruixent de salmó, caviar, foie-mi-cuit amb trompetes de la mort, i un gran pastís. Podeu portar a qui volgueu, la festa s'allargarà fins a la matinada. Us podeu quedar a casa meva tot el cap de setmana.
Us espero!
Apart d'agrair l'assistència als que vau poder venir a la festa i, enmig de la resaca vull agrair la seva col·laboració al gremi de pastisers de Catalunya, a l'associació gastronòmica pantagruel, a la guia michelin, a l'associació de models de lenceria, a chambao per l'aniamció musical i mol especialment a la NASA per deixar-nos el seu alterador climàtic que ens va donar un temps tropical amb el que vàrem poder fer servir els jacuzzis, tot i que l'efecte secundari van ésser unes nevades a molts llocs de Catalunya, per les que demanem disculpes
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